lunes, 19 de enero de 2009

TODA ELECCION SUPONE UNA RENUNCIA

Por:  Ivette Laviada de López

Leímos en la prensa que se busca legalizar las bodas homosexuales y con ella la posibilidad de la adopción.  No tengo absolutamente nada en contra de las personas con preferencia sexual hacia otras de su mismo sexo, si libremente han optado por ello, simplemente deberán asumir la responsabilidad que esto conlleva.

En todos los ámbitos de la vida existen reglas que hay que seguir, para todos los ciudadanos hay leyes, para los creyentes según su fe y credo también existen normas, en las empresas, en las escuelas, los clubes, las organizaciones civiles, los partidos políticos y hasta en los hogares de cada una de las familias hay reglamentos que debemos cumplir para una convivencia armoniosa y pacífica.

Sabemos que hay leyes de tránsito  que prohíben circular en doble sentido por algunas calles, estas han sido puestas en atención a una gran mayoría que se beneficia con la medida, si queremos ir a casa de una amiga que vive justo en esa calle deberemos transitar como corresponde, es decir cumplir o ser sancionados. Elegimos vivir en Mérida, renunciamos a vivir en otro lado por tanto acatamos las leyes y reglamentos de esta ciudad.

Si trasladamos esta situación al ámbito hogareño, cuando hemos puesto una regla de no comer en las habitaciones, nuestros hijos deberán cumplirla y sus amigos también, si no estuvieran dispuestos quizá no irían por la casa. Elegimos ir a ver a Juanito renunciando a la posibilidad de comer botanas en su cuarto.

En las escuelas de nuestros hijos debemos acatar el reglamento -padres e hijos-  o de lo contrario podríamos ser expulsados, finalmente nosotros hemos elegido la escuela y al conocer sus reglas aceptamos quedarnos en ella y renunciamos a estar en otra.

En las empresas las reglas también son claras, elegimos quedarnos en este trabajo y por tanto hemos renunciado a estar en otro independientemente del salario, prestaciones o cualquier otra cosa. Nuestra elección nos lleva a cumplir con el compromiso elegido.

Cuando hemos decidido casarnos, elegimos por esposo o esposa a alguien del sexo opuesto, el matrimonio así lo define en su art. 54º del Código Civil de Yucatán “la unión voluntaria de un solo hombre y una sola mujer…” por lo tanto, renunciamos a la posibilidad de tener otra pareja, tenemos que ser fieles o ser sancionados por adúlteros.

Si elegimos formar un matrimonio tendremos la posibilidad de formar una familia pues esta relación es fecunda, salvo contadas excepciones claro, pero que la ley contempla y para lo cual se ha dispuesto la adopción en dónde el Art. 316-A del código civil aclara “para que la adopción pueda determinarse, se requiere sea benéfica y atienda al interés superior del adoptado”.

Si una pareja del mismo sexo decide cohabitar, esa elección -si es responsable- también supondrá una renuncia, pues no existe el matrimonio para personas del mismo sexo, por lo tanto podrán vivir juntos y ya.

No es que la sociedad les prohíba tener hijos, es su elección la que por naturaleza conlleva este impedimento.

Hacer triquiñuelas con la ley para beneficiar a unos cuantos desvirtúa  la realidad, confunde a la sociedad pues se dan argumentos falaces con apariencia de verdad.

Las preferencias, son sólo eso,  jamás serán un argumento válido para hacer leyes. A mi no me gusta el mondongo a la andaluza y no por ello exijo una ley que lo elimine de todos los menús.


No hay comentarios:

Publicar un comentario