lunes, 19 de enero de 2009

DIGNIFICAR EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

                                                                                              La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida.

Juan Pablo II (1920-2005)

Matrimonio y familia, palabras que no se prestan a equívocos ni traducciones. Vocablos que dejan muy claro lo que son y deben ser. En este asunto no caben “actualizaciones”, ni acepciones.

Antes de la llegada de Jesucristo, existían ya uniones entre mujeres y hombres que por diversos motivos lo hacían y en la mayoría de los casos eran para asegurar la perpetuidad de la raza humana y no para otros fines.

Si la monogamia fue el modo prevaleciente de la familia antes de Cristo, estaba limitada de diferentes formas por la práctica de la poligamia en muchos pueblos. Esta práctica era en general más común entre las razas semíticas que entre los arios. Era más frecuente entre los judíos, egipcios y medos, que entre las personas de India, los griegos o los romanos. Existió en mayor extensión entre las razas no civilizadas, aunque algunas de éstas estuvieron libres de ellas. Es más, incluso en esas naciones en que se practicaba la poligamia -civilizadas o primitivas- normalmente se restringió a una pequeña minoría de la población, como los reyes, los jefes, los nobles y los ricos. La poliandria era igualmente practicada, pero con menor frecuencia.  La monogamia fue la forma más parecida al matrimonio entre los pueblos primitivos.

Sin embargo, no existía en ellos la intención de educar a sus descendientes con preceptos morales, éticos o trascendentales que los llevaran a valorar la institución de familia como tal. Sus límites estaban bien definidos y estos eran la reproducción de la especie así como el dominio territorial. El varón por ejemplo, en Roma tenía el poder absoluto sobre todos los miembros de la familia, inclusive sobre los hijos adultos a los que podía matar si así le convenía, sobra decir que el infanticidio era cosa común en esa época. Incluso sociedades que permitían la homosexualidad y hasta la fomentaban en ciertas edades y clases sociales, como los griegos antiguos, entendían claramente el matrimonio como la unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a tener hijos. Una cosa eran las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia y la generación y educación de hijos.

A siglos de existencia del matrimonio y la familia como constructores y pilares de la sociedad, éstos han ido sufriendo los embates de los cambios económicos y sociales que pretenden transformarlos en una opción más para: no vivir en soledad, formar alianzas económicas o políticas o perpetuar un apellido.

Los errores que se cometan en el matrimonio y familia no deben ser vistos como sinónimos de instituciones caducas o como pretextos para reinventarlos a conveniencia. El matrimonio y la familia, fuentes inagotables de amor generoso son las escuelas perfectas en estos tiempos de tanta confusión mediática y liderazgos oportunistas, son los baluartes más seguros contra todo mal social.

Comprender y dignificar la lucha que se realice a favor de estas dos instituciones nos llevará a obtener la mayor riqueza que se pueda obtener sobre la Tierra.

Marcia Lara de Moreno


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