lunes, 19 de enero de 2009

CALIFORNIA Y EL MATRIMONIO GAY

Veto al matrimonio gay en California

Por Paz Fernández Cueto

Grupo Reforma

Ciudad de México, México (nov 21 2008 12:00am).-  La democracia se demuestra en las derrotas, cuando, ante los resultados opuestos que arrojan las urnas, se acepta con dignidad el interés manifestado por las mayorías. Creo que fuimos muchos los gratamente sorprendidos por John McCain cuando, al enterarse de que había sido el candidato perdedor a la Presidencia de Estados Unidos, pronunció un discurso lleno de nobleza. El reconocer el "valor especial" que la victoria de Obama representaba para los afroamericanos y el "especial orgullo que debían sentir esta noche" -anunciando además que había llamado a Obama para felicitarle-, cortaba por lo sano cualquier intento de protesta que pudiera suscitarse entre sus partidarios a quienes, por si fuera poco, les pidió apoyo incondicional para el futuro Presidente.

No creo que nos sea difícil imaginar cuál hubiera sido la reacción contraria, después de haber sufrido en carne propia las protestas del PRD ante las derrotas. Seguramente hubiera rechazado los resultados proclamándose víctima de un complot racial que calificaría de "blancofóbico" y, a continuación, habría convocado a sus seguidores a emprender un movimiento pacífico de resistencia civil, hasta ser reconocido su derecho a gobernar como "presidente legítimo".

Esta misma reacción -contraria a toda razón- se ha visto en el estado de California cuando la mayoría de los votantes aprobara, en las mismas urnas que eligiera a Obama, una enmienda constitucional que reconoce únicamente como matrimonio la unión entre un hombre y una mujer. Podría parecer sorprendente, sin embargo, ya en el año 2000 el matrimonio gay se había rechazado por referéndum en California con una mayoría del 61 por ciento. Esta decisión popular no fue reconocida por el Tribunal Supremo del estado que decidió, en mayo pasado, por cuatro votos contra tres, que las parejas del mismo sexo tenían derecho constitucional a casarse.

Quienes defienden el matrimonio entre un hombre y una mujer, por la sencilla razón de que la unión heterosexual sigue siendo la única forma de tener hijos comunes, razón por la que las leyes se meten en cuestiones relacionadas con la sexualidad y los afectos para regular el matrimonio, presentaron una iniciativa conocida como Proposición 8, con una enmienda a la Constitución del estado que debía votarse el mismo día de la elección presidencial. Esta propuesta, ampliamente debatida durante la campaña, ganó en las urnas por una mayoría del 52.5 por ciento, reafirmando así la voluntad popular que había sido revocada por decisión de los jueces.

Los activistas del movimiento gay no tardaron en hacer sentir sus protestas. Curiosamente reconocieron el resultado a la elección presidencial pero no el otro. Lejos de reaccionar como buenos perdedores y de aceptar que "el pueblo de California había hablado", rechazaron los resultados de las urnas aludiendo que los californianos habían sido engañados, víctimas de una campaña de desinformación, siendo que el movimiento gay invirtió casi 40 millones de dólares en apoyo a sus argumentos. Están convencidos de que la oposición al matrimonio gay es cuestión de homofobia, piensan que se trata de discriminación, como en el pasado fuera la cuestión racial, aunque los votantes de color no piensan lo mismo, al menos es lo que demostraron en las urnas ya que, además de que su participación fue récord en las pasadas elecciones, los sondeos de salida arrojaron que el 70 por ciento de la población negra votó a favor de la Proposición 8.

Ante esto, los partidarios del matrimonio gay han vuelto a poner sus ojos en el Tribunal Supremo para que anule lo aprobado. Al no haber podido triunfar por la vía democrática a través del voto popular, argumentan que no es posible negar lo que consideran un derecho fundamental, simplemente porque así lo ha manifestado una simple mayoría de votantes. Según los militantes gay, para que la Constitución reconozca este derecho bastaría que así lo interpretara el Tribunal Supremo por una mayoría de dos a tres, aunque el pueblo en referéndum manifestara lo contrario.

Paralelamente a la batalla jurídica los activistas del movimiento gay han organizado movilizaciones sociales de protesta frente a templos católicos, protestantes o mormones, defensores de la Proposición 8. De la misma manera empresas y asociaciones que apoyaron el Sí también han sufrido represalias y boicots.

Desde luego, nada de esto hubiera sucedido si el resultado hubiera sido a su favor. A estas alturas el asunto no es tan sólo determinar si se aprueba o no el matrimonio gay, sino si se aplican de igual manera y en todos los casos las reglas de la democracia.

Amor seguro

Lorea Iturrioz de Bringas

loreabringas@prodigy.net.mx

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